Demasiado Maricón

Ayer, a medida que las malas noticias llegaban desde Orlando, mientras aumentaba el número de muertos y las colas en los bancos de sangre seguían creciendo, una frase daba vueltas en mi cabeza: “enfadado al ver dos hombres besarse”.
 
Al parecer, durante una visita a Miami, el tirador de Orlando se encontró con una imagen muy desagradable: dos hombres besándose, frente a su hijo. Una imagen tan preocupante para él — un hombre con un historial delictivo y que estaba siendo investigado por el FBI, pero que de ninguna forma se le impidió poder comprar un rifle de asalto — que se sintió obligado a la violencia, a cometer un acto de terrorismo hacia la comunidad gay.

El terrorismo hacia personas LGBT es una redundancia

El FBI define el terrorismo como “acto violento o peligroso para la vida humana […] que parece tener la intención de intimidar o coaccionar a una población civil”.
Todos hemos sido coaccionados o intimidados a lo largo de nuestra vida. Todos hemos intentado besar a nuestro novio en público o coger su mano mientras paseábamos por la calle. Y todos nos hemos apartado.
 
Todos hemos necesitado analizar nuestra situación, pensar en cómo nos presentamos ante el mundo y determinar qué parte de nosotros mismos somos libres de expresar. Cada uno de nosotros, al menos una vez, se ha preocupado si desde fuera se nos veía demasiado gay.
 
Muchos de nosotros hemos sidos aterrorizados por actos violentos reales, pero todos hemos sido objeto de “un acto que es peligroso para la vida humana”. Cuando se nos llama maricón, cuando escuchamos una broma jodidamente gay y nadie alza la voz o cuando políticos de todo el mundo no reconocen nuestros derechos civiles o intentan robárnoslos. Todos tenemos cicatrices en el alma de ello. Todos.
 
Hemos sido aterrorizados por nuestra propia cultura, una cultura que sigue, en 2016, consintiendo y mimando la ira de alguien ante dos hombres besándose. Hemos tenido la necesidad de crear nuestros propios espacios, lugares donde nos podemos besar y bailar, y hacerlo como queramos. Lugares donde poder sentirnos libres y seguros, donde ni se nos intimida ni se nos coacciona. Lugares que han existido siempre, a lo largo de la historia y en todo el mundo.
 
Todos los que entraron por las puertas de Pulse el sábado por la noche ya estaban pre-aterrorizados. Cincuenta personas sobrevivieron a una vida de terrorismo cultural, pero fue entonces, cuando en un instante perdieron la vida porque Omar Mateen quedó espantado viendo a dos hombres besarse.
Ellos fueron visibles. Y los que quedamos lo seremos otra vez. Lo seremos siempre. Más que nunca. Porque somos mas fuertes que el terror. Somos mas fuertes que la enfermedad. Somos mas fuertes que la homofobia. Y el terror no nos ha parado todavía.
 
@_deanfuentes
 

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